Casualmente, el mismo día que este periódico publicaba mi escrito sobre el embalse de Itoiz, y con ocasión de la entrega del segundo Premio Periodístico José Javier Uranga, hojeaba el libro Desd’el gallo de San Cernin, una recopilación de ‘gallos’ de José Javier Uranga Santesteban -Ollarra-, editada por Diario de Navarra en 2003. En él he dado con dos ‘gallos’ publicados en el mes de octubre de 1974: ‘El pantano’ y ‘El tercer pantano’, con los que he descubierto un dato que me parece importante.
A partir de 1970 se venía hablando de dos posibles proyectos de pantano -así se llamaba entonces a los embalses-. Uno de ellos, el grande, con la presa en la Foz de Lumbier y, el otro, el pequeño, aguas abajo de Lumbier. Y se barajaban una serie de argumentos a favor del grande, siendo el principal el económico: eI agua saldría unas ocho veces más barata.
Como escribía Ollarra, construir el pantano grande suponía la desaparición de “la villa de Lumbier, una de las más antiguas e ilustres del reino, con asiento en Cortes”, pueblo que “iba a ver subir el agua hasta el atrio de la iglesia”. Y, ante tal despropósito Ollarra afirmaba: “destruir Lumbier y los valles limítrofes cerrando la Foz supondría un atentado a la propia esencia de Navarra, a su razón de ser como colectividad histórica”.
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Así estaban las cosas cuando, en el mes de octubre de 1974, el director general de Obras Hidráulicas del Ministerio, Sr. Serrano, firme partidario de la realización del pantano grande, viajó a Pamplona para reunirse con la Diputación Foral en una visita que no debió ser excesivamente cordial pues, dice Ollarra, el vicepresidente, Amadeo Marco, “fue inflexible, siguiendo el sentir de la mayor parte de Navarra, oponiéndose a su realización”.
Los argumentos esgrimidos por el director general parecían económicamente convincentes: el pantano de la Foz sería, en su proporción, el más barato de Europa. Su capacidad de embalse superaba con creces a Yesa. El precio del agua saldría muy bajo, por lo que, en ese sentido, no había nada que oponer ni se le podía combatir. Pero, Amadeo Marco, ese personaje al que ahora nos lo pintan como hombre frío y dictatorial, “utilizó otros argumentos, más humanos, como hombre enraizado en la historia, en la tierra y en el Fuero”. Y, como “solución desesperada y mágica, cual prestidigitador, se sacó de la manga una nueva solución que salvaría Lumbier y el Romanzado y los Urraúles, con el mismo número de metros cúbicos de agua embalsada que evitara el pantano de la Foz”. Como dice Ollarra: “una especie de huevo de Colón” que consistía en construir el pantano encima de Aoiz, en Ia V que se forma en el punto más alto con los ríos Irati y Urrobi, en una zona prácticamente “despoblada: Arce, Úriz, Lacabe, Górriz, Ecay, Nagore, Artozqui... un rosario de despoblados o semi despoblados, de tierras pobres y abandonadas”. Con este pantano se salvaba Lumbier y, como señala Ollarra su utilidad “sería todavía mayor para Navarra (…) porque regaría una gran zona -Lónguida, lzagaondoa, Elorz, Carrascal- hasta ahora únicamente cerealista”. En definitiva, lo que Amadeo Marco se sacó de la manga fue el embalse de Itoiz que hoy es una realidad de la que nos beneficiamos tantos navarros.
Por eso, ahora, cuando hoy 13 de abril se cumplen 38 años de su muerte, creo que es momento para recordarle y agradecerle sus desvelos por Navarra. Porque, como escribió Ollarra en otro ‘gallo’ con motivo de su fallecimiento: “su labor política es tan amplia en el quehacer y en el tiempo que no es posible sintetizarla en unas líneas. Del convenio de 1941 a la industrialización, pasando por la creación de la Universidad de Navarra y la fórmula para el cambio, al que mostró sus reticencias, fueron casi cuarenta años de vida pública” (…) “Su vida fue rectilínea, una pura consecuencia de su conducta. Ha muerto con las mismas ideas fundamentales que siempre sustentó, (…) con sencillez absoluta, desnudo de vanidades. No gustaba de lujos ni de fiestas. Comía en Otano y fumaba ‘farias’ y con las gentes de su entorno era tan servicial que solía llegar de Navascués con las cartillas de ahorros de sus vecinos para ponerlas al día”.
Ya comprendo que los políticos de ahora, que están tan alzorrizados, se preguntarán ¿quién es este Amadeo? Y para ellos no llegará a ser ni un jarrón chino y simplemente lo despacharán diciendo que fue un ‘fatxa’.
José Ignacio Palacios Zuasti